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Raquel y Sonia

viernes, 16 de noviembre de 2012

jesuitas (L)

Historia

Las reducciones entre los guaycurúes, guaraníes y pueblos afines en las regiones del Guayrá, Itatín, Tapé (las tres en el actual Brasil), Uruguay (Brasil, Argentina y Uruguay actuales), Paraná (Argentina, Paraguay y Brasil actuales) y las áreas guaycurúes en el Chaco (Argentina y Paraguay actuales), fueron establecidas en el siglo XVII dentro de territorios pertenecientes al imperio español en la Gobernación del Río de la Plata y del Paraguay y sus gobernaciones sucesorias a partir de su división en 1617: Gobernación del Paraguay y Gobernación del Río de la Plata. Eclesiásticamente formaban parte de los obispados católicos de Buenos Aires y de Asunción e integraban la Provincia Jesuítica del Paraguay.
Al ser expulsados los jesuitas por orden del rey Carlos III de España mediante la Pragmática Sanción de 1767, del 27 de febrero de ese año, franciscanos, dominicos y mercedarios tomaron a su cargo los pueblos misioneros, constituyéndose la Gobernación de las Misiones Guaraníes.

Organización política


La política guaraní obedecía a su propia lógica, la cual fomentaba la unificación de las tekuas o aldeas (de hasta 300.000 habitantes) en volátiles alianzas que perseguían como fin último no sólo el control de los recursos del ecosistema selva sino también la búsqueda de la Tierra Sin Mal. Tanto la figura de los karaí o profetas pan-guaraníes (no adscritos a una tekua en particular sino a la "nación" en general) como la búsqueda de la tierra sin mal, fueron dos rasgos de la cultura guaraní que los jesuitas supieron aprovechar. Ellos también eran como los karaí (con los que compitieron durante los primeros años) portadores de una nueva: el "Camino al Paraíso" era compatible con el Aguyé o camino de la perfección guaraní con destino a la Tierra Sin Mal. Y una forma de lograrlo era la unificación bajo la protección de las leyes de la corona de las que los jesuitas eran garantes. Los guaraníes también supieron aprovechar este hecho frente a la creciente expansión del frente colonial hispano-portugués.

Organización religiosa

El régimen vigente era el de patronazgo real, ejercido por el gobernador en nombre del rey, el cual tenía facultades para conferir beneficios eclesiásticos y designar sacerdotes. El mecanismo utilizado para la designación establecía que el obispo debía presentar una terna de nombres entre los cuales el gobernador elegía.
Los curas tenían el gobierno de las reducciones, siendo verdaderos administradores de los bienes de los pobladores, con facultades de intervención directa no sólo en la actividad espiritual, sino también temporal, económica, cultural, social y militar.
En el orden estrictamente espiritual, los misioneros se preocuparon especialmente de la enseñanza del catecismo. Los jóvenes que habían superado la edad escolar y se encontraban trabajando en cualquier actividad, por las tardes, al escuchar el sonido de la campana, debían dirigirse a la iglesia. El acto religioso más importante era la misa, al que los fieles concurrían acompañados de toda la familia, particularmente los días preceptuados.


Organización espacial




En una reducción, los edificios principales, como la iglesia, el cementerio comunal y la escuela, que servía al mismo tiempo para albergar a los jesuitas, se encontraban en un lado de una gran plaza, rodeada de casas por los otros tres lados. Junto a la iglesia también había talleres. En el centro de la misma, una gran cruz y una estatua del santo patrón de la misión. Las calles y casas estaban ordenadas según precisas líneas geométricas, de acuerdo a las recomendaciones españolas relativas a la construcción de nuevos asentamientos. La posición central de su lugar de residencia permitía a los padres tener una vigilancia constante sobre la vida de la reducción. También disponían una casa comunal koty guasu para alojar a las viudas, huérfanos y mujeres solteras y tenían agua corriente y servicios sanitarios para todos.

Organización económica

Por costumbres ancestrales los guaraníes cultivaban diversos vegetales como la batata y la mandioca, además de ser cazadores, pescadores. Sin embargo, los padres jesuitas implementaron un sistema económico agrícola que fue rápidamente asimilado por los aborígenes. Se logró que cada reducción formara una unidad económica independiente. Se funcionaba en base a una economía de trueque y como tenían multitud de posesiones comunales, se favorecía un intenso tráfico entre las reducciones promoviendo una integración económica, social y política con sede central en Candelaria.


El final de las reducciones

En el año 1768, el rey español Carlos III ordenó expulsar a los jesuitas.
Las reducciones no se disolvieron de inmediato, sino que se reemplazaron a los jesuitas con nuevos directores seculares que no tenían los ideales de los primeros. Algunos guaraníes retornaron a la selva o emigraron a Buenos Aires donde se sirvieron del entrenamiento como artesanos que habían aprendido en las reducciones. Hubo una rápida disminución de la población.

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