Ponme buena nota
Raquel y Sonia
viernes, 14 de diciembre de 2012
hola.
lunes, 10 de diciembre de 2012
Ampliación de lo anterior
MONASTERIO 
Un
 monasterio es un lugar donde habitan uno, o varios monjes que pueden 
llegar a formar una congregación religiosa. Los monasterios cristianos son también llamados abadías, (si son regidas por un abad) o prioratos, (si son regidos por un prior). La vida comunitaria  de los monjes dentro de un monasterio se denomina cenobitismo, en contraposición con la vida errática de un ermitaño. La palabra "monasterio", procede del griego monasterion, de la raíz monos ("uno solo") y  también se utiliza para referirse a comunidades de monjes y clérigos de otras religiones. 
Arquitectura de los monasterios cristianos
La construcción de un monasterio se compone de diversas partes y 
estancias que siguen normalmente un mismo esquema con algunas variantes.
 La estructura arquitectónica debe dar como resultado la autonomía de la comunidad,
 algo parecido a un pequeño asentamiento donde el monje encuentre todo 
lo necesario para su existencia sin tener que abandonar el monasterio.
 Los monasterios cristianos tenían forma de placa solar con dos rectángulos grandes centrales y al extremo un patio grande ovalado. La iglesia
 es el edificio principal, y el lugar de oración  de estos religiosos. 
En torno a ella, se iban alzando las dependencias necesarias para la 
vida de los monjes cristianos. La iglesia estaba muy bien comunicada con
 las celdas de los monjes a través del claustro mediante una (o dos) 
puerta de acceso.
Los monasterios cristianos tenían forma de placa solar con dos rectángulos grandes centrales y al extremo un patio grande ovalado. La iglesia
 es el edificio principal, y el lugar de oración  de estos religiosos. 
En torno a ella, se iban alzando las dependencias necesarias para la 
vida de los monjes cristianos. La iglesia estaba muy bien comunicada con
 las celdas de los monjes a través del claustro mediante una (o dos) 
puerta de acceso. 
Quizás, el claustro
 era el segundo elemento más importante del monasterio. En este espacio,
 estaban distribuidas las estancias de mayor uso para la vida de los 
monjes. El claustro es de planta cuadrada y en el centro suele haber un 
pozo. En lo que resta de espacio, solía haber un pequeño jardín con 
cuatro caminos. Como es cuadrado, el claustro posee 4 alas; cada una de 
las cuales tiene a su vez un corredor cubierto o galería limitada por 
arcadas. 
En
 el ala este, muy próxima a la iglesia, se halla casi siempre una 
pequeña estancia que servía como estudio o biblioteca, 
independientemente de la gran biblioteca que tenían los monasterios 
importantes. Este sitio se llamaba armariolum o armarium
 y en él se depositaban tanto los libros litúrgicos para los actos 
religiosos de cada día, como los libros de lectura de los monjes. Cuando
 los monasterios acumularon una buena cantidad de libros y manuscritos, 
tuvieron necesidad de construir una biblioteca, quedando el armarium como un hueco obsoleto; aunque en algunas ocasiones se utilizó para poner un altar de devoción.
A continuación se hallaba la sala capitular,
 pieza que se consideraba de gran importancia y que generalmente se 
construía con rica ornamentación arquitectónica. Era el lugar de reunión
 de la comunidad, donde se leían los capítulos de la regla de la orden y
 donde el abad organizaba las distintas tareas a seguir por los monjes. 
En esta sala era donde se exponían posibles faltas de alguno de ellos 
para que el superior le reprendiese. Se decía llamar a capítulo. 
En el ala sur solía estar el calefactorio, lugar caldeado donde podían ir los monjes de vez en cuando para descansar y entrar en calor. A su lado, el refectorio, que era el comedor y, colindante con él, la cocina. 
El
 ala oeste se solía llamar de “legos” o de conversos y tenía el callejón
 también de legos y la cilla con la bodega. Las celdas de los monjes o 
el gran dormitorio común (depende de la época y de las distintas 
órdenes) estaban en el piso superior.
 A esta estructura fundamental se añadía la parte del scriptorium,
 el huerto, la enfermería, el locutorio y a veces, establos, lagares, 
molinos, talleres, etc. Cabe decir asimismo, que el cementerio se 
encontraba siempre en el terreno monacal.
EL NOMBRE DE LA ROSA
Una abadía benedictina en Italia ha sido sacudida por un hecho inexplicable: uno de sus monjes ha muerto de una forma muy misteriosa. Para investigar tan extraño suceso, deciden confiar a un monje franciscano, fray Guillermo de Baskerville (Sean Connery), quien llega a la abadía acompañado de su joven discípulo Adso de Melk (Christian Slater), para una reunión entre la legación papal (entonces radicada en Aviñón,
 Francia) y los llamados "espirituales" de la recién nacida orden 
franciscana, entre quienes se encuentra Ubertino da Casale. No obstante y
 dados los acontecimientos, a su llegada Guillermo es requerido por el abad
 para que investigue el extraño suceso. Guillermo de Baskerville, otrora
 inquisidor, posee una inteligencia y perspicacia que no concuerda con 
la humildad de un buen franciscano, pero es precisamente por pensadores 
de la época como Roger Bacon y Guillermo de Occam,
 promotores de la ciencia y el razonamiento lógico como un don divino, 
que Guillermo de Baskerville va desentrañando los secretos que oculta 
esta abadía enclavada en el norte de la Roma del siglo XIV. 
En la abadía, cuyo nombre se omite a propósito, viven monjes que 
vienen de lugares remotos y acuden al santo lugar para poder acceder a 
libros que solo se encuentran en esa biblioteca; al mismo tiempo, llegan
 con algún rollo o alguna edición “rara” que contribuir al acervo de la 
Abadía. Los monjes extranjeros copian a mano los textos que solicitan y 
elaboran cuidadosamente una nueva “edición” para poder regresar a su 
monasterio con el texto requerido.
Son tiempos en los que el emperador ha calificado al Papa Juan XXII de herético,
 y éste a su vez mantiene una guerra en contra de los frailes de la vida
 pobre, quienes son representados por la orden de San Francisco, la cual
 tiene algunas décadas de haber sido “reconocida”, pero que atenta 
—según el pontífice de Aviñón— contra los intereses de la Iglesia 
Católica, pues sustentan que los apóstoles y Cristo jamás poseyeron nada
 ni en común ni en uso, lo cual es precisamente el asunto a dirimirse 
durante el encuentro de la Legación Papal y la joven orden franciscana, 
encabezada por Michele da Cesena.
En el fondo, lo que le preocupa a la alta curia
 no es que se sepa si Jesús fue pobre o no: en todo caso, la angustia 
nace de la idea que pueda gestarse entre los fieles sobre si debe ser 
pobre o no la Iglesia Católica. En caso afirmativo, la influencia y 
poder que ha ostentado peligrarían. El emperador Ludovico es quien antagoniza pues con el sucesor de Pedro.
 Algunos de quienes forman el grupo de los “espirituales” franciscanos 
integraron el Capítulo de Perusa y cuentan con el respaldo del 
emperador, a quien conviene que se pregone la pobreza como forma de vida
 y la “regla” franciscana. La reunión de ambas legaciones es pues de 
suma importancia.
Siendo pues Guillermo de Baskerville un hombre agudo, descubre que 
todos en la abadía tienen algo que ocultar: algunos, vicios de la carne;
 y otros, vicios del espíritu. Es precisamente la sed de conocimiento 
(que en el libro de Umberto Eco denomina como “lujuria del intelecto”) 
la que origina los más trágicos acontecimientos vistos en tan tranquilo y
 santo lugar, dedicado a la oración.
Es por ello que se guardaban con tanto celo algunos libros considerados como “prohibidos”: tal es el caso de "Poética", escrito por Aristóteles,
 cuya única copia se encuentra resguardada de ojos curiosos en el 
Edificio (la Biblioteca) ya que el filósofo sostiene a través de sus 
ejemplos – todos cómicos - que es a través de la risa que se puede dar 
gloria a Dios, cosa que Jorge de Burgos – uno de los monjes benedictinos
 más viejos ente los que habitan este monasterio - sostiene que la risa 
no es buena para el hombre: afirma que el libro podría incitar a los 
hombres a perder el miedo al infierno y no necesitar a Dios.
En la cinta, magistralmente dirigida por Jean-Jacques Annaud, se 
observa un ríspido diálogo protagonizado por Jorge de Burgos y Guillermo
 de Baskerville, donde precisamente éste último ejemplifica cómo algunos
 santos apelaban a la risa para burlarse de los infieles mientras que el
 anciano y ya ciego monje de Burgos sostiene que ello no es sino la 
puerta abierta para el pecado.
Este tipo de conocimiento aparece como un delito para la Iglesia 
Católica, en este caso representada por el “Venerable Jorge”. Fuera de 
la religión, no se permitía la libertad de pensamiento. Sólo la 
compostura y el más estricto cumplimiento de “La Regla” eran permitidos.
 Como claro ejemplo, está este libro misterioso: quien leía su contenido
 moría.
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