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Raquel y Sonia

viernes, 18 de enero de 2013

Catedral de Santiago.

Exterior de la catedral


Vista general del conjunto catedralicio.
Cada una de las fachadas forma con sus respectivas plazas magníficos conjuntos urbanísticos. La barroca fachada del Obradoiro fue realizada por Casas Novoa en 1740; también barroca es la de Azabachería, obra de Ferro Caaveiro y Fernández Sarela y modificada por Ventura Rodríguez; la de Platerías, construida por el maestro Esteban en 1103; y sobre todo el pórtico de la Gloria, obra primordial de la escultura románica, concluida por el maestro Mateo en 1188.



Pórtico de la Gloria


El pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela es un pórtico de estilo románico realizado por el maestro Mateo y su taller por encargo del rey Fernando II, quien donó a este efecto cien maravedís anuales, entre 1168 y 1188, fecha ésta última que consta inscrita en piedra en la catedral como la de su finalización. El 1 de abril de 1188 se colocaron los dinteles del pórtico y la conclusión del conjunto se demoró hasta el año 1211, momento en el que se consagró el templo con la presencia del rey Alfonso IX.
El pórtico se divide en tres arcos de medio punto que se corresponden con cada una de las tres naves de la iglesia, sostenidos por gruesos pilares con columnas adosadas. El arco central es el mayor (el doble que cada uno de los laterales), es el único que posee tímpano y está dividido por una columna central, el parteluz, con la figura de Santiago. Verticalmente, la franja inferior está formada por las bases de las columnas, decoradas con animales fantásticos, la franja media está formada por columnas que sustentan las estatuas adosadas de los Apóstoles y la superior por los arcos que coronan las tres puertas. El conjunto escultórico pretende ser una representación iconográfica de diferentes símbolos tomados del Apocalipsis de san Juan y de otros textos del Antiguo Testamento.

Historia de la Catedral de Santiago.

El antecedente más remoto de la Catedral fue un pequeño mausoleo romano del siglo I en el que se dio sepultura a los restos del Apóstol Santiago después de su decapitación en Palestina (año 44 d.C) y tras su traslado por mar hasta las costas del finis terrae. Durante siglos, la cámara subterránea y la necrópolis que la rodeaba fueron asiduamente visitados por una pequeña comunidad cristiana local, de la que poco o nada se sabe, pero que debió ser diezmada hacia el siglo VIII.
En el año 813 (según versiones, 820 y hasta 830) se produjo el milagroso descubrimiento de las reliquias del Apóstol bajo la maleza del Monte Libredón. Las encontró un ermitaño que vio allí signos celestiales. Avisado por el obispo de Iria Flavia, el rey astur Alfonso II mandó a levantar una primera capilla de piedra y barro junto al antiguo mausoleo. Este templo recibió en el 834 un Preceptum regio que lo convertía en sede episcopal y le otorgaba poder sobre los territorios próximos. A su alrededor, buscando su protección, comenzaron a establecerse los primeros pobladores y grupos monacales de benedictinos encargados de la custodia de las reliquias. Eran los primeros pasos de la futura ciudad de Santiago de Compostela.
La primera iglesia enseguida se quedó pequeña para acoger a los fieles, por lo que entre el año 872 y el 899 Alfonso III El Grande hizo construir un templo mayor en estilo visigótico. Pero esta segunda iglesia fue destruida por el ataque del caudillo musulmán Almanzor en 997. El obispo San Pedro de Mezonzo la reconstruyó en 1003, en un estilo prerrománico. Este tercer templo estaba aún en pie cuando el auge de las peregrinaciones y las riquezas de Santiago, que ya era uno de los señoríos feudales más grandes de la Península Ibérica, permitieron comenzar a construir en 1075 la catedral románica que hoy se conserva, cuarto edificio sagrado sobre el antiguo sepulcro.

Donde cantó la gallina después de asada


Este pueblo estuvo ligado al Camino de Santiago desde sus orígenes en el siglo XI. Calzada significa sendero o camino. Santo Domingo, un joven pastor oriundo de la región, se educó en el monasterio de Valverna y solicitó entrar en el famoso monasterio de San Millán de la Cogolla. Rechazada esta petición, se hizo el ayudante de Gregorio de Ostia, el legado papal, quien le ordenó sacerdote.

A la muerte de Gregorio, Domingo se retiró al río Oja para llevar vida de hermitaño y asistir a los peregrinos que iban hacia Compostela. Se le llama "de la Calzada" por su determinada labor de mantener y mejorar el la vieja calzada romana que pasaba entre Nájera y Redecilla del Camino para facilitar el paso de los romeros. En el año 1044 construyó un puente sobre el río Oja, la más conocida de toda una serie de puentes que hizo sobre ríos, arroyos y barrancos. También edificó una capilla dedicada a Santa María, un hospital y un alberge de peregrinos, hoy restarado como Parador Nacional de Turismo.

Al apoderarse de la Rioja en 1076, Alfonso VI de Castilla, viendo que el desarrollo del Camino contribuía a su proyecto de la castellanización de esta zona, se hizo partidario del santo, de sus obras, y de su villa. El "burgo" de Santo Domingo de la Calzada empezó como unas pocas casas construidas en torno a la hermita del santo durante su vida. Al morir Domingo en 1109, se veía muy crecida la población. La iglesia de Santo Domingo de la Calzada, en la que fue enterrado, fue elevada al rango de catedral poco después.

Las buenas obras de Santo Domingo a favor de los peregrinos de Santiago no prarecen haber cesado con su muerte. Varias milagrosas curaciones de peregrinos, ocurridas en la villa, se atribuyen a la influencia de Domingo. Tal fue el caso de la curación del caballero francés poséido por el demonio que fue librado del espíritu maligno ante el sepulcro del santo; o la de Bernardo, un peregrino alemán del siglo XV que se curó de una infección purulenta de los ojos al visitar la tumba de Santo Domingo; o el normando que recobró la vista en aquel santo lugar. Un juego de nueve tablas pintadas hoy adorna una pared de la catedral y recuerda los milagros de Santo Domingo.

Pero el milagro más famoso--de hecho, uno de los más populares de toda la Europa medieval--es la célebre historia de una familia alemana que caminaba hacia Compostela. Al pasar por Santo Domingo se alojaron en un mesón donde la moza de la casa sintió una fuerte atracción por el hijo de la familia y se lo hizo saber. Pero el joven resistió los avances de la moza y ésta, humillada y recorosa, escondió un vaso de plata en el zurrón del peregrino. En cuanto salieron los peregrinos a continuar su camino, ella le acusó de haberle robado el vaso. Los oficiales de la ciudad prendieron y ahorcaron al romero. Los tristes padres siguieron su romería y, de regreso de Compostela, descubrieron que su hijo seguía vivo en la horca, milagrosamente sostenido y protegido por Santo Domingo. Fueron a decírselo al juez del pueblo, que en aquel momento estaba en la mesa a punto de comer un plato de pollo. Al oir lo que le afirmaban los padres, replicó con ironía: "Esta historia es tan verdadera como que este gallo y esta gallina van a levantarse del plato y cantar." Así lo hicieron las aves, ante el asombro de todos.

La primera parte de esta leyenda, la historia del peregrino ahorcado, se cuenta en muchísimas colecciones medievales de milagros, atribuyéndose el milagroso sostenimiento del romero al mismo Santo Domingo, a Santiago, o a Santa María. El milagro suele situarse en la ciudad francesa de Tolosa; la nacionalidad de la familia varía entre alemana y francesa; pero el milagro siempre es el mismo. Se puede comparar, por ejemplo, las versiones manejadas en los Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo (milagro número 6), Cantiga de Santa María número 175 de Alfonso X, el sabio, y el Codex Calixtinus. La segunda parte, el prodigio del gallo y la gallina, pretende apoyar la verdad del primer milagro, y es propia de Santo Domingo de la Calzada.

Entrando a la iglesia del pueblo, el peregrino medieval podía ver una caja de hierro que encerraba un gallo y una gallina, descendientes, se afirmaba, de las aves asadas que cantaron. Los peregrinos recogían las plumas caídas de las aves sagradas, o se las pedían al sacristán, y las exhibían, orgullosos, en sus sobreros. Se decía, además, que si las aves comían las migajas de pan que los romeros les subían en las puntas de sus bastones, era una señal cierta de que llegarían salvos a Compostela. Hasta hoy en día los cantos del gallo en la iglesia se considera signo de buen augurio. El peregrino Hermann Künig en el siglo XV afirma haber visto el cuarto donde las aves echaron a cantar y el horno donde fueron asadas. Otros documentos de peregrinos recuerdan que la camisa del peregrino ahorcado se conservaba en la iglesia y que la horca misma estaba puesta en lo alto de una de sus paredes.

Estos artefactos se han perdido, pero el famoso gallinero de Santo Domingo de la Calzada, sin duda la más curiosa decoración que jamás ha ostentado iglesia del mundo, con su marco gótico tardío y sus rejas doradas, sigue alojando a un gallo y una gallina blancos, descendientes de aquellas aves que cantaron después de asadas.

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